Introducción Las tendencias de la producción en el siglo XVI son de expansión en la producción agrícola, que mengua el siglo XVII, un siglo de recesión y de reajuste. Dicha recesión sacudió Castilla aunque no toda España (la Cornisa Cantábrica experimentó, con la inclusión del maíz en sus cultivos, un reajuste y consiguió desentenderse de la crisis). El siglo XVIII es de nuevo un siglo de expansión, que la explican la explosión demográfica, los nuevos mercados, el aumento del stock monetario y la existencia de mercados financierosen expansión, que multiplicaron las posibilidades financieras y comerciales. En este momento la agricultura hace evolucionar la economía desde una de tipo antiguo (de subsistencia) hasta una moderna (de mercado), beneficiándose el sector agrario.
Las áreas de producción Los rendimientos eran muy justos. La proporción era de uno a cuatro granos, de los que se han de descontar los impuestos y diezmos, el consumo del labrador y de las bestias, así como las tasas de reproducción. Asimismo, la agricultura estaba sujeta a muchas variantes naturales (como la climatología) y artificiales (sobretodo la política y la especulación).
El granero de Europa fue Polonia. Mediante la intermediación holandesa este cereal llegó a Francia y España. También Sicilia era un importante centro distribuidor, pero en el Mediterráneo. Hubo también importantes áreas productoras en el norte de Francia, el norte de Italia, los Países Bajos y la Cornisa Cantábrica, donde se llegaron a rendimientos de siete u ocho granos.
La economía del XVII tiene como principal enemigo el descenso demográfico así como el clima, que descendió en temperaturas. Además, las guerras en Europa central desgastaron Europa, como Treinta Años, tanto por las bajas humanas como por el desgaste en infraestructuras. Holanda, Inglaterra, la Cornisa Cantábrica y el Norte de Italia, sin embargo, no vivieron el siglo como una etapa de crisis, sino más bien como un siglo de reajustes.
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